jueves, 26 de enero de 2017

La araña negra

Lev Yashin
Lev Ivánovich Yashin fue un gran jugador de fútbol. Nacido en Moscú en 1929, desarrolló toda su carrera en el Dínamo de Moscú. Yashin jugaba de portero y la historia le colocó en el podio del fútbol. Vestía siempre de negro, lo que le valió el apodo de "La Araña Negra".
La FIFA y el IFFHS le nombraron como el mejor portero del siglo XX. Es el único portero, hasta la actualidad, en ganar el Balón de Oro de la prestigiosa revista France Football. Y así hasta acumular muchos premios y reconocimientos. 
¿Que fue lo que le llevó hasta allí? Lev comenzó como portero, pero de hockey sobre hielo. El destino quiso que acabase como portero de fútbol. Allí, en el "equipo de la policía", jugó más de 300 partidos oficiales (en 24 años de carrera profesional). Y de esos partidos, en 270 acabó con la portería a cero, ¡una locura!. Pero ahí no acaba la cosa. El ruso llegó a parar 150 penaltis a lo largo de su carrera. Todo un hombre récord para le época y también para ahora.
En su palmarés no faltan títulos, aunque todos ellos conseguidos con el Dínamo (Ligas y Copas), porque con la selección de la Unión Soviética no ganó nada. 
Como anécdotas destacan dos: hasta ahora el único gol olímpico en un Mundial se lo marcaron justamente a él (el colombiano Marcos Coll en el Mundial de Chile '62) y también fue el primer portero en utilizar guantes (toda una revolución para la época). 
Así era Lev Yashin, conocido popularmente como "La Araña Negra". 

La ilustración, tras haber pasado por lápiz y tinta Faber-Castell, fue escaneada y trabajada en Adobe Illustrator. La herramienta "calco interactivo" y algunos retoques manuales hicieron el resto del trabajo. La pintura fue hecha con la herramienta "bote de pintura interactiva". El sombreado lo hice trabajando con una tableta Intuos 6 de Wacom.

jueves, 19 de enero de 2017

Shut up and take my money

Florentino Pérez
El fútbol es un deporte de once contra once (y siempre gana Alemania, añadió el gran Gary Lineker hace años) en el que da igual lo que haya costado un futbolista. Desde que se inventó este deporte han habido sorpresas en las que el favorito en las apuestas pierde (a veces estrepitosamente) contra el más débil. La lógica de los millones no existe, sino la Quiniela no tendría razón de ser. 
Pese a eso hay presidentes y dueños de clubes de fútbol, sobre todo en Europa y recientemente en China, que están empeñados en gastar millones de euro para tener a las estrellas del momento defendiendo sus colores. Da igual lo que cuesten, hay que gastar millones para generar más negocio. El engranaje del fútbol moderno necesita estar engrasado con traspasos escandalosamente caros. 
Pero claro, como decía al comienzo, no siempre el futbolista más caro es el mejor. Hay jugadores que no se adaptan al juego, a la ciudad, a los compañeros o a otros factores y convierten los millones en papel mojado. 
Pero un fiasco de fichaje no va a asustar a un tipo como, por ejemplo, Florentino Pérez. El amo y señor del Real Madrid se ha especializado, en sus dos etapas al frente del club blanco, en reventar el mercado de fichajes pagando millonadas: 60 millones de euro por Figo, 75 millones por Zidane, 96 por Cristiano Ronaldo o 101 por Bale. Esos eran, en principio, sus caballos ganadores. Entre medias, otros tantos millones en futbolistas de pobre rendimiento: Woodgate, Gravesen o el fiasco Kaká, por dar nombres.
Pero da igual, Pérez tiene (y tendrá, a tenor de sus jugosos contratos a través de la obra pública en España) el dinero por castigo.
Así que ya sabemos, ante un fichaje aparentemente prohibitivo, Florentino dirá: "Shut up and take my money!"

Esta ilustración la realicé con acuarelas y tinta. Primero pinté las manchas de la cara y el pelo con las acuarelas. Luego con Faber-Castell pinté las líneas de la cara y las expresiones del rostro. El sombreado lo hice con rotuladores Letraset Promarker. La frase debajo del personaje fue hecha con Adobe Photoshop.

jueves, 12 de enero de 2017

¿Quieres morir?

Carlos Kameni
Hay gente, poco amante del fútbol, que piensa que el futbolista es un trabajador más, como cualquier otro. Y en parte tienen razón, porque cobran un sueldo (mas o menos alto, depende de muchos factores), han de cumplir un horario y tienen derechos y obligaciones como muchos otros trabajadores. 
Pero, y aquí está la cuestión, deben soportar a los aficionados. Para lo bueno y para lo malo. Los aficionados animan, hacen sentir los colores que defienden, suben la moral y están a su lado siempre. Pero también pueden ser un molesto compañero de viaje, porque en las malas muchos hinchas apoyan y dan aliento pero hay algunos (no muchos por suerte, aunque depende del equipo) que se dedican a machacar mentalmente al futbolista. Tener que soportar insultos, menosprecios y demás lindezas de manera gratuita es muy duro. Muchos hinchas se creen en el derecho de hacerlo sin la menor consecuencia. Pero claro, hay futbolistas que estallan ante este atropello. 
Es el caso, entre muchos otros, de Carlos Kameni. El portero camerunés, entonces jugador del Espanyol, no pudo soportar los insultos de dos aficionados en pleno entrenamiento y reaccionó de una manera un tanto violenta. "¿Que pasa, quieres morir?" le dijo Kameni, según uno de los aficionados, a uno de ellos. 
El equipo, allá por el 2009, estaba pasando una mala racha y algunos aficionados decidieron ir a "apretar" a los jugadores en el entrenamiento. Si nos paramos a pensar, un futbolista, siendo profesional, quiere lo mejor para su equipo y lo último que quiere es perder. Da igual lo que le puedan gritar, él quiere ganar. 
No se justifica tal amenaza pero entiendo a los futbolistas cuando, hartos de tanta mala educación, se enfadan e incluso se encaran con esa gente. 
Cuidado cuando increpes a un futbolista, porque puedes morir.

Para la ilustración cogí esta escena de Kameni con un rival (probablemente sea Iborra, del Sevilla) y le di un toque de cómic con el globo de "kaboom", vectorizado de una imagen encontrada en internet. El dibujo fue hecho a portaminas y entintado con Faber-Castell para luego escanearlo y tratarlo con Adobe Illustrator.

jueves, 5 de enero de 2017

Los gemelos golpean dos veces

Javier y Miguel Flaño
El fútbol es una gran familia, eso nadie puede discutirlo. Una familia formada por jugadores, entrenadores, directivos e hinchas, entre muchos otros. Pero en ocasiones la familia es literal, con parentesco. Es el caso, por ejemplo, de los hermanos Boateng, los De Boer o los Neville. Hoy hablo no solo de hermanos sino además de gemelos: Javier y Miguel Flaño. 
Los gemelos forman parte de la historia del Osasuna (curiosidad, es el único equipo con nombre en euskera de La Liga), equipo en el que han jugado toda su carrera profesional (bueno, es una medio verdad o medio mentira, porque Javier ha jugado también en el Numancia, Elche y Mirandés). Los gemelos son unos tipos muy queridos en el club pamplonés, club al que ayudaron a clasificar por primera y única vez para la fase previa de la Champions League (no pudieron jugar la fase de grupos por culpa del Hamburgo, que ganó la eliminatoria por el gol de visitante, empatando ambos partidos).
Los gemelos cuentan ya con 32 años y una dilatada carrera profesional, siendo Miguel uno de los cuatro capitanes del actual equipo pese a la grave lesión de rodilla que le mantendrá apartado hasta final de temporada. Cosas de la vida (o la genética, quien sabe), Javier también está actualmente en el dique seco por, casualmente, una rotura de ligamentos de su rodilla (El Osasuna decidió, en un gran gesto, ampliar un año más su contrato). Gemelos hasta en las lesiones. 
En cualquier caso sus nombres quedarán grabados en la historia del club y de la liga, y esperemos que sigan dando guerra en el terreno de juego durante más tiempo.
Los gemelos golpean (y siguen golpeando) dos veces. 

La ilustración de los hermanos Flaño tiene truco. Ha sido realizada con acuarelas para colorear la cabeza, brazos y camiseta. Una vez seca la acuarela dibujé los detalles de manos, cara y camiseta con lápiz y tinta Faber-Castell. El sombreado está hecho con rotuladores Letraset Promarker. El truco es que la ilustración está duplicada y escalada con Adobe Photoshop. El retoque de color y contraste también lo hice con Photoshop.