jueves, 27 de abril de 2017

El conejito de Duracell

David Villa
El futbolista profesional a partir de los 30 años ya no es competitivo. Los veteranos se arrastran por el campo. A esas edades ya no están para jugar. ¿Quien no ha oído (o peor aún, dicho) alguna vez alguna de estas frases en ambientes futboleros? Muchas veces y la mayoría de ellas de manera rotunda. Es algo que se dice casi como un mantra sin evaluar realmente el rendimiento del deportista. Evidentemente, un chaval de 20 años tiene una potencia, una capacidad física y una explosividad que no tiene uno de 40. Eso es cierto. Pero, ¿alguien puede pretender que esos 20 años de diferencia entre uno y otro jugador no se noten fisicamente?
Como amante del fútbol debo reconocer (y usted, querido lector, también debería hacerlo) que hay muchos futbolistas que, como el buen queso curado, mejoran con el paso del tiempo. Voy a tirar nombres: Ibrahimovic (al momento de escribir estas líneas acaba de sufrir una grave lesión), Buffon, Pirlo o nuestro querido David Villa.
El Guaje comenzó a jugar al fútbol en su Asturias natal para pasar al Zaragoza y dar el salto al Valencia, en donde se consagró como futbolista goleador. Casi rozando la treintena, Villa fue traspasado al todopoderoso Barcelona en una operación que parecía su jubilación anticipada. Nada más lejos de la realidad. Villa demostró que tenía cuerda y jugó tres años más a un altísimo nivel (ganó todos los torneos con el equipo catalán: Liga, Copa, Champions y Mundial de Clubes). Ya con 32 años se marchó al Atlético de Madrid. Si, definitivamente ese era su retiro, pensábamos los amantes del buen fútbol. Jugó un año y se marchó. ¿A donde podría ir a penar un delantero, al que se le exige potencia, velocidad y goles, con 33 años? ¿A un club de Segunda B? ¿A un torneo de solteros contra casados? 
No, el gran David Villa fue a derrochar talento a EEUU, a la Major League Soccer. El New York City (previo paso durante unos meses por su filial australiana) apostó fuerte por él para apuntalar su delantera y convertirle en un gran reclamo para hinchas y curiosos. La apuesta le salió perfecta. David sigue dando batalla por las canchas de Norteamérica y se cansa de meter goles. Ya cerca de los 36 años el Guaje parece no querer colgar las botas y se lo pasa pipa jugando como un chaval. Parece el conejito de Duracell. 

La ilustración pertenece a una serie que realicé sobre grandes futbolistas de la historia. Basada en una fotografía, realicé la ilustración a lápiz y tinta. Tras escanearla, la coloreé con Adobe Illustrator retocando las líneas para darle más volumen y profundidad. También añadí una textura para la barba aplicando un motivo de Illustrator.

jueves, 20 de abril de 2017

El Diablo no viste de Prada

Marco Antonio Etcheverry
No, el Diablo no viste de Prada. Viste de corto y da gusto verle. Y tiene nombre y apellido: Marco Antonio Etcheverry Vargas. Nació ya hace 46 años en Santa Cruz, Bolivia. Dejó de jugar de manera profesional hace ya unos años tras haber jugado en equipos como el Albacete, Bolívar o DC United. 
Dicen de él que, cuando fue a jugar a Europa, le pudo la fama y su rendimiento no fue el mejor, que su estado de forma cayó en picado. Calidad le sobraba. Prueba de ello es que está considerado uno de los mejores jugadores de la historia de la Major League Soccer (la liga de fútbol de los EEUU) y es uno de los 10 jugadores que más partidos ha jugado con la selección boliviana. 
Quizás por ser del país que es, sin tantísima tradición futbolística, el Diablo no fue considerado una estrella como tal. Tuvo que trabajarse mucho su fama y tuvo momentos de gloria. El que más recuerdo fue durante las eliminatorias sudamericanas para el Mundial de fútbol de EEUU '94. Esa fase de clasificación fue un hito para el fútbol boliviano (no se clasificaban a un Mundial por primera vez, ya lo había hecho en 1930). El hecho destacado de aquella fase fue el triunfo sobre Brasil. Si, jugaban en la altura de La Paz pero era el primer partido que perdía Brasil en una fase de clasificación a un Mundial. Un auténtico partidazo en el que nuestro protagonista participó con un gol. El fútbol mundial se rendía a sus pies y a los de aquel equipo por el que nadie daba nada (Xabier Azkargorta tuvo el honor de dirigir aquel equipo mítico). En el mundial los bolivianos cayeron rápido, ¡pero que les quiten lo bailado!
En el 2004 y tras una dilatada carrera profesional, Marco Antonio colgó los botines. Sigue ligado al mundo del fútbol. El que le dio tanta fama y alegrías. Como aquella tarde del mes de julio de 1993 contra la invencible y todopoderosa Brasil.

La ilustración forma parte de una serie que realicé sobre los mejores jugadores de la MLS. Fue realizada a lápiz y tinta, escaneada y coloreada en Adobe Illustrator. El rojo de la camiseta es por el DC United y por ser el diablo, claro.

jueves, 13 de abril de 2017

Gol en contra

John Terry, Wayne Bridge y el árbitro
Hay un dicho británico que reza lo siguiente: "el fútbol es un juego de caballeros jugado por bestias y el rugby es un juego de bestias jugado por caballeros". Y razón no le falta al refranero popular. Compañerismo, camaradería, deportividad y amistad. Todo eso es lo que, a rasgos generales, se echa en falta en el llamado "fútbol moderno" pero que encontramos en deportes como por ejemplo el rugby.  Sin ser un amante del rugby, debo reconocer que tradiciones como el tercer tiempo (un encuentro entre jugadores de ambos equipos al finalizar el partido para confraternizar y pasar un rato agradable, una forma de quitar tensión y agresividad al deporte en si) me dan envidia y querría tenerlos en mi querido fútbol. 
En los últimos tiempos son noticia, casi en cada partido, jugadores que simulan faltas y agresiones, que faltan el respeto al propio árbitro o a los propios compañeros, insultan a los aficionados y demás lindezas que las tomamos como algo habitual sin darnos cuenta de que son la cara más fea del fútbol. 
Algo debemos hacer, como amantes de este deporte, para intentar acabar con esto. En un mundo tan profesionalizado quizás habría que volver a los valores del deporte amateur, en donde ganar no era lo más importante, sino saber competir respetando a los rivales y al propio juego. Una derrota no era el final, había que levantarse y seguir luchando, pero no a cualquier precio. No, nunca.
¿Cuando aparecieron las malas artes en el fútbol? ¿Fue con aquel Estudiantes de la Plata de Bilardo y compañía? ¿Acaso lo descubrió Mourinho en los últimos tiempos? ¿Quizás los propios ingleses, creadores del fútbol moderno? Probablemente nunca lo sabremos y hacerlo no cambiará nada. El momento del cambio es ahora, debemos copiar a deportes "limpios" en ese sentido. 
Cuando pienso en ese futbolista duro y sucio me vienen a la mente sucesos (ocurridos fuera de la cancha pero con una fuerte repercusión dentro de ella) como el de John Terry y su entonces amigo y compañero Wayne Bridge. Un lío de faldas en donde el primero tuvo un escarceo con la pareja del segundo. Aquello repercutió muy negativamente en ambos futbolistas y en sus respectivos equipos (ambos jugaban en el Chelsea en aquel momento) hasta el punto de tener que renunciar Bridge a su selección con tal de no verse las caras con aquel tipo. La escena más representativa de este asunto fue el reencuentro de ambos cuando el cornudo jugaba ya en las filas del Manchester City y en el habitual saludo previo al partido, ambos jugadores hicieron como que no se vieron al pasar. El saludo de manos pasó de largo entre ellos dos. ¿Era de esperar? ¿Era lo correcto?
¿Habría podido el famoso tercer tiempo evitar historias tan tórridas como ésta? Quien sabe, a lo mejor en un deporte tan competitivo, ese punto de relación más íntima y cercana, ese tercer tiempo, (¿alguien piensa que existen amigos de verdad en el fútbol profesional?) hubiese hecho replantearse ciertas cosas a ambos jugadores.

Ilustración hecha a lápiz y tinta en tamaño A3 y luego escaneada. El calco interactivo de Adobe Illustrator hizo que el trabajo tuviese la línea como rota, ya que no modifiqué el trazo. El color fue hecho con el bote de pintura interactivo y el sombreado lo hice con una tableta Wacom.

jueves, 6 de abril de 2017

Show must go on

Hidetoshi Nakata
Hace poco leía, casi de casualidad, una lista de 10 grandes jugadores que se retiraron "antes de tiempo". Leo la expresión y me sigue sonando raro porque, ¿que es retirarse "antes de tiempo"? En esa lista veo jugadores de lo más variado y a los que, como hincha, hubiese pagado por verles más tiempo en las canchas. Evidentemente, es una lista muy personal y que deja a otros miles de futbolistas fuera del ranking. Nombres como Platini, Cantona o Zidane despiertan nuestra nostalgia, queremos ver jugadores así en la cancha, es el precio de una entrada mejor invertido. Por suerte siguen saliendo jugadores con mucho talento y lo seguirán haciendo, pero los hay que dejan huella en el hincha y te dejan con la incógnita de que hubiese pasado si hubiesen aguantado unos años más como profesionales. 
A veces, sin embargo, pensamos que porque tal o cual jugador no tuvo una retirada a tiempo y digna. Porque a los que amamos este deporte nos duele ver a una estrella apagándose, o mejor dicho arrastrándose por una cancha como alma en pena. Ejemplos hay muchos también pero prefiero no nombrarles por puro respeto. Tuvieron que irse con la cabeza bien alta pero por vueltas de la vida (o de la chequera) prefirieron seguir vistiéndose de corto y a veces hasta jugar un poco. 
Todo esto nos lleva a la pregunta, ¿a que edad debe retirarse un futbolista? ¿hay una edad correcta para hacerlo? En muchos casos depende del estado físico, de lo bien o mal que se haya cuidado durante su carrera. En otras depende de la propia posición del jugador (los porteros juegan hasta muy mayores, suelen decir). A veces, como en el caso del japonés Hidetoshi Nakata es una mezcla de lesiones y falta de motivación. ¿Falta de motivación? Si, los hay que llegados a un punto de su carrera no se sienten con ganas de seguir. Cuesta entenderlo pero pasa en todas las profesiones. Y eso fue lo que pasó, entre otros, con Nakata, Se retiró joven, con solo 29 años pero machacado por las lesiones y con intereses en otras actividades. El fútbol perdió un jugador muy talentoso, que quiso ver mundo, conocer a fondo su país con la mochila al hombro y apartarse del fútbol. Pero, como cantaban los chicos de Queen, "Show must go on".

Esta ilustración la realicé hace tiempo y está basada en una fotografía publicada en la revista Líbero. La realicé con lápiz portaminas Staedler 0,5 mm y tinta. Coloreada con rotuladores y retocada con Adobe Photoshop para realzar los colores y los tonos.