Hay un dicho británico que reza lo siguiente: "el fútbol es un juego de caballeros jugado por bestias y el rugby es un juego de bestias jugado por caballeros". Y razón no le falta al refranero popular. Compañerismo, camaradería, deportividad y amistad. Todo eso es lo que, a rasgos generales, se echa en falta en el llamado "fútbol moderno" pero que encontramos en deportes como por ejemplo el rugby. Sin ser un amante del rugby, debo reconocer que tradiciones como el tercer tiempo (un encuentro entre jugadores de ambos equipos al finalizar el partido para confraternizar y pasar un rato agradable, una forma de quitar tensión y agresividad al deporte en si) me dan envidia y querría tenerlos en mi querido fútbol.
En los últimos tiempos son noticia, casi en cada partido, jugadores que simulan faltas y agresiones, que faltan el respeto al propio árbitro o a los propios compañeros, insultan a los aficionados y demás lindezas que las tomamos como algo habitual sin darnos cuenta de que son la cara más fea del fútbol.
Algo debemos hacer, como amantes de este deporte, para intentar acabar con esto. En un mundo tan profesionalizado quizás habría que volver a los valores del deporte amateur, en donde ganar no era lo más importante, sino saber competir respetando a los rivales y al propio juego. Una derrota no era el final, había que levantarse y seguir luchando, pero no a cualquier precio. No, nunca.
¿Cuando aparecieron las malas artes en el fútbol? ¿Fue con aquel Estudiantes de la Plata de Bilardo y compañía? ¿Acaso lo descubrió Mourinho en los últimos tiempos? ¿Quizás los propios ingleses, creadores del fútbol moderno? Probablemente nunca lo sabremos y hacerlo no cambiará nada. El momento del cambio es ahora, debemos copiar a deportes "limpios" en ese sentido.
Cuando pienso en ese futbolista duro y sucio me vienen a la mente sucesos (ocurridos fuera de la cancha pero con una fuerte repercusión dentro de ella) como el de John Terry y su entonces amigo y compañero Wayne Bridge. Un lío de faldas en donde el primero tuvo un escarceo con la pareja del segundo. Aquello repercutió muy negativamente en ambos futbolistas y en sus respectivos equipos (ambos jugaban en el Chelsea en aquel momento) hasta el punto de tener que renunciar Bridge a su selección con tal de no verse las caras con aquel tipo. La escena más representativa de este asunto fue el reencuentro de ambos cuando el cornudo jugaba ya en las filas del Manchester City y en el habitual saludo previo al partido, ambos jugadores hicieron como que no se vieron al pasar. El saludo de manos pasó de largo entre ellos dos. ¿Era de esperar? ¿Era lo correcto?
¿Habría podido el famoso tercer tiempo evitar historias tan tórridas como ésta? Quien sabe, a lo mejor en un deporte tan competitivo, ese punto de relación más íntima y cercana, ese tercer tiempo, (¿alguien piensa que existen amigos de verdad en el fútbol profesional?) hubiese hecho replantearse ciertas cosas a ambos jugadores.
Ilustración hecha a lápiz y tinta en tamaño A3 y luego escaneada. El calco interactivo de Adobe Illustrator hizo que el trabajo tuviese la línea como rota, ya que no modifiqué el trazo. El color fue hecho con el bote de pintura interactivo y el sombreado lo hice con una tableta Wacom.
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