El 22 de junio de 1986 iba a pasar a la historia por muchas cosas. Estábamos en plena recta final del mundial de fútbol de México. Se jugaban los cuartos de final entre Argentina e Inglaterra (los otros cuartofinalistas eran la Brasil de Sócrates, la Francia de Platini, Alemania Federal que llegaría a la final, México con Hugo Sánchez, la España de Butragueño y la Bélgica de Enzo Scifo).
Había muchísima tensión en el ambiente. El motivo no era otro que la guerra, la maldita guerra. En 1982 la dictadura militar que gobernaba Argentina, en un intento de ganar apoyo popular, decidió intentar recuperar por la fuerza la soberanía de las Islas Malvinas (las llamadas Falklands por los ingleses). La guerra entre ambos países se desató y la contienda duró poco más de dos meses. Cientos de muertos en ambos bandos dejaron una herida que en aquel Mundial seguía sangrando.
Muchos medios de comunicación se dedicaron a promocionar aquel partido como una especie de revancha tras la guerra. Y eso pasó. No había más que ver las caras de los jugadores mientras sonaban los himnos nacionales. El partido prometía emociones fuertes.
Y vaya que si las hubo. Aquel partido será siempre recordado por dos hechos en los que, dicen los supersticiosos, hubo intervención divina: en el minuto 6 de la segunda parte Peter Shilton, el portero inglés, va a por un inocente balón bombeado al que llegan antes la cabeza y la mano de Diego Maradona. Primer gol de Argentina. El segundo hecho ocurrió tan solo 4 minutos más tarde. Tras recibir un pase del "Negro" Enrique en mitad de la cancha, Diego Maradona comienza a irse de medio equipo inglés en dirección a la portería inglesa (dejó atrás a Beardsley, Reid, Butcher, Fenwick y Peter Shilton) para marcar el gol más bonito de la historia, el gol del siglo. Si a esto añadimos el relato de Victor Hugo Morales a uno se le pone la piel de gallina (hágalo, por favor, vea el vídeo aunque solo sea una vez en su vida). Resultado final: Argentina 2, Inglaterra 1 (descontó Gary Lineker).
Todo esto pasó aquel 22 de junio de 1986, aquel en el que Peter Shilton, ante la inocente mirada del árbitro tunecino Ali Bin Nasser, daba la mano al inicio del partido a Dios, a Diego Armando Maradona, sin saber lo que iba a ocurrir.
Ilustración realizada íntegramente a mano. Portaminas Staedler 0'5mm con entintado de Faber-Castell. El color y el sombreado lo puse con rotuladores Letraset Promarker. Para retocar la nitidez y el contraste trabajé la imagen en Adobe Photoshop.
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