El fútbol está lleno de tópicos que los futboleros solemos creer y aceptar como dogmas. Muchos de ellos son incuestionables y se repiten como mantras. Ejemplos hay muchísimos: Lo que pasa en la cancha se queda en la cancha, No se puede jugar siempre bien y ganar, Si mi equipo sale con cuatro delanteros gana seguro, Los italianos juegan siempre a la defensiva, etc... Y hay uno que me gusta especialmente y dice que el fútbol siempre da revancha. Y hoy en la entrada del blog afirmo rotundamente que eso no es cierto. El fútbol, como la vida, no es siempre justo ni tiene porque serlo. No siempre ganan los mejores ni el que más ha tirado a portería. El premio al mejor jugador no siempre se lo lleva el que más se lo merece. Es así de duro pero cierto. Incluso si usted es hincha de un equipo "grande", sabe de lo que estoy hablando. ¿O no se ha marchado nunca cabreado a casa porque su equipo "bailó" al rival y sin embargo no se llevó el partido? ¿Cuantos goles cantados falló el mejor delantero del mundo? ¿Acaso el porterazo de tu equipo no podía impedir ese gol?
Hay días tristemente señalados en la historia de cualquier equipo de fútbol. Días injustos. El 23 de mayo de 2001 es uno de esos días negros para el Valencia. Maldita sea esa noche de Milán. El equipo che venía de firmar una Champions League envidiable, dejando en la cuneta a equipos como el Olympique de Lyon, el Olympiacos de Grecia, Manchester United y Arsenal. Se llegaba a una final soñada tras el batacazo de la final ante el Real Madrid del año anterior, aquel famoso 3 a 0. El fútbol se suponía que iba a ser justo y a dar revancha al Valencia, que por aquellos años tenía una de sus épocas doradas. En esta final se enfrentaba al Bayern de Múnich, que siempre ha tenido auténticos equipazos. Pero el Valencia llegaba con talentos como Ayala, Carboni, Mendieta o el portero Santiago Cañizares. La final estaba, a priori, muy igualada pero el equipo español llegaba con ese extra de motivación por su segunda final consecutiva. Nadie se atrevía a reconocerlo abiertamente, pero se intuía la primera "orejona" en las vitrinas de Mestalla.
El fútbol no es justo. De haberlo sido aquella maldita noche, el Valencia habría barrido al equipo alemán durante los minutos en los que lo tuvo arrinconado. O en el peor de los casos, la fatídica tanda de penaltis habría sido perfecta convirtiendo a Cañizares en el héroe de la noche. Pero nada de eso ocurrió aquel maldito día de 2001. El fútbol no es justo, no.
Para la ilustración de Cañizares me base en la famosa foto de aquel día. La hice con portaminas Staedler y la repasé con tinta Faber-Castell. En Adobe Illustrator, tras el escaneo, le di color y grosor a las líneas así como un poco de sombra. La Copa de Europa está sacada de un banco de imágenes vectorial.
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